MxScent 2025: crónica de un viaje olfativo

MxScent 2025: crónica de un viaje olfativo

Cuando un aroma abre una puerta

Hay viajes que se hacen con maleta y pasaporte, y hay otros que se emprenden con la nariz. MxScent 2025 pertenece a esa segunda especie: una travesía sensorial que convierte a la Ciudad de México en un mapa de recuerdos, intuiciones y hallazgos. Desde que cruzamos el umbral de la Estación Indianilla —esa joya industrial reconvertida en centro cultural— supimos que este fin de semana no sería uno más: íbamos a oler historias.

En el aire flotaban destellos de bergamota, resinas, maderas y flores; entre los pasillos, perfumistas y amantes del nicho se reconocían como viejos amigos. No llegamos con una lista de compras, sino con la disposición de dejarnos sorprender. Así vivimos MxScent 2025, y así te lo contamos.

La sede: Estación Indianilla, un templo industrial para el arte de oler

Hay lugares que elevan cualquier evento. La Estación Indianilla —antigua casa de tranvías, con vigas de acero, techumbre de madera y maquinaria patrimonial como telón de fondo— es uno de ellos. Su estética postindustrial no solo luce espectacular en fotos: también amplifica la sensación de estar atendiendo un ritual contemporáneo.

El sonido amortiguado de la madera bajo los pasos, la luz entibiada que cae en diagonales desde lo alto y esos arcos metálicos que enmarcan los pasillos crean una mística especial. Entre las columnas, las mesas se transforman en altares: probetas, frascos, blotters y piezas de arte conviven como si fueran instrumentos de una orquesta silenciosa. Aquí, oler es un acto lento, casi ceremonial.

Así se vive MxScent: comunidad, descubrimiento y conversación

MxScent es feria, sí; pero ante todo es comunidad. Desde el primer momento encontramos mesas repletas de curiosos, coleccionistas, periodistas y perfumistas conversando sin prisas. Nos gustó que el evento propicia el diálogo: puedes acercarte a una marca, oler su línea completa, anotar impresiones y platicar directamente con quien la creó.

Las primeras vueltas fueron de orientación y goce. En una esquina, el stand de una casa italiana exhibía sus frascos como piezas de galería; en otra, una marca mexicana había convertido su mesa en un microcosmos de México con calaveras, íconos y gráficos de tradición. Avanzábamos con una mezcla de curiosidad y respeto: cada perfume es una historia, y nos gusta escucharla antes de apresurarnos a juzgarla.

Un encuentro que nos marcó: conversar con Lorenzo Pazzaglia

Entre los momentos que nos llevamos tatuados destaca nuestra charla con Lorenzo Pazzaglia, chef y perfumista italiano que convirtió la cocina de su padre en un laboratorio de imaginación. Nos habló con una sencillez desarmante de su carrera dual: primero los fogones, luego la alquitara; primero los sabores, luego las notas. Para Lorenzo, un perfume es como un menú: necesita equilibrio, sorpresa, textura, memoria.

Nos contó la historia detrás de su célebre “Carbonara”: no se trata de oler tal cual a pasta, sino de capturar sensaciones —la cremosidad, el contraste, el abrazo cálido— y traducirlas a un lenguaje olfativo. Ahí entendimos su filosofía de creación: no copia el mundo; lo interpreta desde el corazón. Y se nota en frascos de gran intensidad y duración, diseñados para hacer de la piel un escenario.

Salir de esa conversación fue como salir de una buena cena: satisfechos, inspirados, con esa chispa que te empuja a probar más.

Hecho en México: Nahualli, MX32 y la fuerza de una escena local

Si MxScent es el gran escaparate de lo internacional, también es el espejo donde México se reconoce. Tres mesas nos encendieron especialmente:

Nahualli Parfums: Charro Blanco y Charro Negro

Pocas colecciones dialogan con lo mexicano con tanta convicción como Nahualli. Sus mesas, vestidas con calaveras y símbolos, no son un recurso decorativo: preparan la mente para oler lo mítico.

  • Charro Blanco nos pareció luminoso y gallardo. Hay una salida limpia, casi ceremonial, que abre paso a un corazón donde las flores y las maderas pulidas se encuentran. La estela es elegante, con una nobleza que no grita.
  • Charro Negro es su sombra complementaria: más profundo, de noche clara y fogón encendido. Resinas, cuero bien llevado, un guiño especiado. Si Blanco es el traje impecable al sol, Negro es el susurro al filo de la medianoche. Juntos encarnan esa dualidad mexicana que tanto amamos: fiesta y recogimiento, luz y misterio.

MX32: cuando el perfume sabe

MX32 propone un juego delicioso: perfumes que huelen a lo que saben. Vimos frascos con tapas miniatura —un cantarito, un ancla, detalles pop artesanales— y nos rendimos ante la precisión emocional de sus composiciones.

  • El guiño más sorprendente: una fragancia inspirada en galletas Lotus. Sí, leíste bien. No es simple azúcar; es memoria gustativa: caramelo tostado, galleta, especia amable, esa sensación de mordida crujiente transformada en piel.
  • En la mesa convivían otras travesuras olfativas: piezas que evocan bebidas típicas o anécdotas viajeras. No es perfumería “fácil”: es perfumería lúdica, con técnica detrás, que nos recuerda que oler también puede ser sonreír.

Postales internacionales: lo que nos llevamos en la memoria

Sería imposible listar todo lo que olimos, pero sí queremos dejar algunas postales:

  • Coreterno y su estética barroca contemporánea: perfumes como talismanes.
  • DS & Durga, siempre conceptuales, recordándonos que la perfumería puede ser cine en la cabeza.
  • Francesca Bianchi, con esa sensualidad adulta que ya es su firma.
  • Essential Parfums, la elegancia minimalista bien hecha.
  • BeauFort London, navegando aguas profundas de humo y cuero.
  • Jorum Studio, poemas modernos en frasco.
  • Mark Buxton y Marlou, arriesgando con texturas que no se olvidan.
  • L’Orchestre Parfum, que traslada un sonido al lenguaje del aroma.
  • Gallivant, pequeñas ciudades para llevar.
  • Baruti, Azman, Angela Ciampagna, Accendis, Argos, Comporta Perfumes, Bon Parfumeur, Bohoboco… La lista es larga y deliciosa.

Oler mesa tras mesa es confirmar que la perfumería nicho vive una edad de oro: plural, curiosa, sin miedo a combinar escuela y ruptura.

Cómo navegamos el piso (y qué aprendimos haciéndolo)

  • Ritmo. Las primeras horas deslumbran; la nariz se cansa si no la cuidas. Hicimos pausas y alternamos piel con blotters.
  • Notas. Anotar ayuda: marca nombre, primeras impresiones, evolución. Al final del día, tu libreta es un mapa.
  • Piel vs. papel. Algunas fragancias cambian radicalmente en piel. Elegimos pocas para probar en brazo, las dejamos “contar su historia” y volvimos a ellas al final.
  • Agua y aire. Hidratarnos y salir un momento a aire fresco fueron hábitos que agradeció nuestra nariz.
  • Conversar. El mejor consejo: habla con los creadores. Lo que te cuentan cambia tu manera de oler.

Cinco momentos que nos hicieron felices

  1. La primera entrada al recinto: ese instante en que la arquitectura se ilumina y sabes que algo especial va a pasar.
  2. La charla con Lorenzo Pazzaglia, que nos recordó que un perfume puede nacer del fogón y terminar siendo poesía.
  3. Descubrir Charro Blanco y Charro Negro en Nahualli y pensar: qué bien sienta cuando un imaginario propio se trabaja con respeto y técnica.
  4. Reír con MX32 y sus perfumes “sabrosos”: la alta perfumería también sabe jugar.
  5. Escuchar a Robertet y Carbonnel hablar de materiales, ética y futuro: oler con consciencia importa.

Para quién es MxScent (y por qué recomendamos ir)

  • Para quien ya colecciona y quiere conversar de tú a tú con casas que usualmente ve solo en reseñas.
  • Para quien apenas empieza: el evento es una introducción amistosa al nicho, sin solemnidades.
  • Para profesionales de la belleza, moda y hospitalidad, porque aquí se leen tendencias de primera mano.
  • Para viajeras y viajeros de curiosidad amplia: MxScent es turismo cultural con el olfato al mando.

Lo que nos llevamos de MxScent 2025

Salimos con la nariz contenta y el corazón ligero. Recordamos que un perfume es un lugar, y que oler puede ser un acto de hospitalidad: te invita, te cuenta, te acompaña. En dos días hicimos un viaje sin subirnos a un avión: Italia, Medio Oriente, París, la CDMX de siempre y la de ahora; la cocina de un padre, la memoria de un campo de flores, el cuero de un sillín, la madera de una biblioteca.

MxScent 2025 nos confirmó que México ya no es un espectador del nicho: es protagonista. Hay escena local, hay público creciente, hay diálogo internacional. Si la Estación Indianilla fue la casa perfecta, la comunidad hizo el resto.

Y sí: ya esperamos con ansias la próxima edición. Porque queremos volver a perdernos entre mesas, tomar notas con letra apurada, descubrir la nueva locura de MX32, reencontrar a Nahualli para ver qué dualidad exploran después, y sentarnos otra vez con Lorenzo Pazzaglia para seguir hablando de cómo una receta puede volverse aroma… y de cómo un aroma puede volvernos viaje.

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